Acoger la realidad.
"La realidad no se cambia por decreto. Para cambiar la realidad hay que abrazarla." Augusto quiso conocer datos reales de sus plebeyos y les obligó a ir a censarse. Dios quiso darse a conocer a sus hijos y se puso en camino para compartir su realidad. La obra de Augusto y su influencia duró unos años. Las consecuencias de la vida de Jesús de Nazaret se siguen contando. Augusto obligó. Jesús abrazó la realidad, la hizo suya... Y la transformó. La realidad de nuestra vida cotidiana no se puede cambiar por mucho que nos esforcemos en poner codos, voluntarismo y obligaciones. Lo cotidiano hay que acogerlo, abrazarlo, conocerlo y, desde ahí... transformarlo.