De instantes, días y tiempos.

Pocos sabemos lo que está pasando en Haití estos días. Pocos sabemos, gracias a tener gente conocida y muy querida allí, que vuelven a tener revueltas graves con mucha violencia en las calles. Si hubiera escrito esta entrada del blog hace tres días me habría centrado en la poca información, en lo injusto que es el hecho de que haya personas más importantes que otras, vidas más valiosas que otras para los telediarios... Es posible que hubiera sacado bastante rabia en mis palabras y parte de ellas también motivada por el cansancio personal ante estos temas y, no vamos a negarlo, por otros temas personales que nos cansan (hasta cuando creemos ser solidarios somos egoístas). Así de distraídos podemos andar por la vida hasta que otras palabras nos despiertan. Palabras de otras personas conocidas y muy queridas que están en otro lugar del mundo en el que también hay pobreza y que nos recuerdan que para los creyentes víctimas de esta situación y para quienes deciden vivir con ellos, "Alá

Este fin de semana he estado en un encuentro de jóvenes adolescentes. Todos sabemos que esta no es una edad fácil para ellos ni para aquellas personas que les acompañan, y también sabemos que nunca se puede generalizar. Andan buscando entre muchas maneras de hacer, de hablar, de relacionarse... Son el centro de su vida. Se siguen haciendo poco a poco hasta que vuelve la calma y todo se serena... Unas veces antes y otras demasiado tiempo después. Es un resumen muy superficial y rápido o esquemático de lo que puede suponer este proceso. Por suerte o desgracia este momento vital es necesario y todos hemos pasado por él. Lo bueno, igual que la vejez, es poder vivirlo y contarlo, saber que hay futuro para unos y pasado para otros. Esta mañana leía la terrible noticia de las 26 mujeres (al parecer también adolescentes) que han muerto intentando huir de Nigeria y llegar a Europa. Ellas también andaban buscando en su vida. Sabemos que emigrar es un drama pero si eres mujer o niño el drama s

Anónimos. Anónimos los que se quedan en tierra. Anónimos los que siguen caminando. Anónimos los que mueren desaparecidos en el mar. Anónimos los que mueren y llegan a tierra. Anónimos los que están en los CIES. Anónimos los que son enterrados en lápidas sin nombre. Anónimos casi los que deciden que una fosa común no es lugar para ellos. Anónimos quienes visitan sus tumbas porque se les rompe el corazón al pensar que están solos en tierra extranjera. Hijos. Hijos para el Dios de la vida que no entiende de propiedad, que no se desentiende de nadie, que no puede olvidarte, que no comprende de purgatorios porque lo suyo es abrazar al instante al que se queda, al que se ahoga, al que es encerrado, al que se pierde, al que muere buscando la vida. “Mirad qué amor nos ha tenido el Padre para llamarnos hijos de Dios, pues ¡lo somos!" (1 Jn 3, 1).