Insomnio y tormenta.

Hoy no hay manera de conciliar el sueño. Me he levantado para ver por la ventana el espectáculo de la tormenta. Supongo que en otros lugares será más fuerte. Aquí, en Burgos, no es peor que otras de otros inviernos al menos en lo que yo puedo ver. Con todo, el ambiente está revuelto: llueve, el viento sopla con fuerza,   su sonido impresiona bastante.

Recuerdo de golpe que con tantos días de fiesta no he organizado las actividades de la semana. Enchufo el móvil y pierdo la poca serenidad que se tiene cuando no se puede dormir. Compruebo que todo está en orden, contesto algunos correos y recupero un poco de paz. Pero no puedo dormir y sigo oyendo el ambiente revuelto.

Me acuerdo de los refugiados de Siria y el frío se me mete más dentro todavía. Tendrían que estar como yo, contemplando el invierno detrás de la ventana en vez de temiendo que se les caiga la tienda con cada tormenta. No hemos sabido hacer las cosas bien. No hemos conseguido que lleguen tampoco este año. Mientras, seguimos viviendo el día a día porque no podemos o no sabemos (perdón, no puedo o no sé) hacer otra cosa que preocuparme por la organización de las actividades de la semana. Qué pequeño he hecho mi mundo.

Faltan pocas horas para que suene el despertador pero el ambiente está revuelto también en mi cuarto. No creo que la tormenta tenga la culpa. Al menos la de fuera.

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