Pesebre y cruz.
Es tarde, muy tarde. Tengo delante de mí la imagen de un niño Jesús y la cruz. Están bien estando cerca. No hay tanta diferencia entre nacer sin casa siendo inmigrante y morir fuera de la ciudad como excluido.
¿Qué mantiene al ser humano vivo en ambas situaciones? El amor. El amor de quien te abriga y te educa, el amor de quien permanece hasta el final, el amor de los ángeles que nos encontramos por el camino. Es un amor que arriesga, que no tiene miedo... O que tiene miedo pero lo supera porque sabe que si no arriesga no va a vivir plenamente. Es un amor que arriesga y que se equivoca a veces, pero prefiere seguir arriesgando para poder seguir aprendiendo. Es un amor que arriesga y sufre cuando sabe que no puede hacer nada o cuando no sabe y no debe preguntar, pero prefiere seguir arriesgando porque sabe que si sufre es porque quiere y cuando se quiere se sabe esperar y sabe soportar preguntas sin respuesta.
¿Qué mantiene a un Dios hecho hombre vivo en ambas situaciones? El mismo amor, su propio amor: el que abriga, educa, permanece, arriesga, sana, sufre... Y espera.
Comentarios
Publicar un comentario
Si es posible, me encantaría que firmaras el comentario con tu nombre. Así podemos seguir compartiendo. Si prefieres seguir haciéndolo de forma anónima, gracias de todas formas.