¿In-comunicados?

Cuando éramos pequeños algunos vivíamos comunicados por el teléfono fijo. No había más. El teléfono y la estrategia normal de quedar a una hora y en un sitio. Luego, con los móviles, empezamos a hablar más, para cosas a veces poco necesarias, y podíamos utilizarlo de excusa para evitar el cara a cara (con quien no queríamos quedar o con quien teníamos al lado pero no queríamos estar). Ahora con el whatsaap parece que se nos ha solucionado el tema de la comunicación y ya hace tiempo que expresamos nuestra saturación ante tanto mensaje. Todo esto sin nombrar internet, claro, otro medio insustituible en sus mil formas de comunicación.

Nuestros medios de comunicación y el uso que hacemos de ellos tiene mucho que ver con nuestra forma de ser y nuestro ritmo de vida (más allá de que nos enganchen más o menos). La persona que no contestaba al móvil sigue tardando en responder a un whatsapp. La persona que utilizaba aplicaciones de internet para echar más leña al fuego en temas... en cualquier tema, lo sigue haciendo por el whatsapp (en este sentido es bueno porque es preferible borrar un comentario que tener que escucharlo y tener que callarte por eso de ser educados). La persona que contestaba a todo con el móvil como si no hubiera un mañana sigue respondiendo por whatsapp al segundo jugándose la vida por no mirar de frente...

Con el teléfono fijo o con el whatsapp, con el móvil, e-mail, facebook o instagram, con todo o con algo de ello, o con lo que no he nombrado por ignorancia a sumar a lo anterior, hay algo que no cambia: el silencio. En la era de las comunicaciones nos seguimos comunicando con nuestros silencios. La ausencia de palabras, de letras (escritas o habladas) sigue mandándonos mensajes más poderosos y claros que el audio más largo de la historia o el mensaje más extenso que se nos ocurra. Posiblemente sea que estemos ocupados o muy cansados, pero cuando te conozco y noto que mides tus palabras o tú ves que yo no las tengo o que las sustituyes por emoticonos... Tu corazón ya está hablándole al mío. Más allá de cualquier medio a veces hay un sexto sentido que se puede equivocar pero que no siempre falla.

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