La desilusión te recuerda que estás vivo.

La desilusión no siempre es mala. Prefiero seguir desilusionada con la política española en la que un partido dice que va a luchar por el pacto educativo y en cuanto llega al poder mete el dedo en el ojo de una parte importante de los centros educativos (palabras con las que nos deja clara la instrumentalización del pacto); seguir desilusionada al ver que alguien que no está en España dirige y bloquea la política de sus "compatriotas" (poca fe en ellos tiene, desde luego, si no les ve capaces de funcionar solos... ) y encima le aplauden; seguir desilusionada por el orden de preferencias de los medios de comunicación que gastan medio telediario en hablarnos del sucesor de Rajoy en el PP (si se tratara del nuevo presidente de la nación o del nombramiento del primer presidente negro de EEUU...) mientras no nos han contado nada de la crisis social y política que se vivió en Puerto Príncipe (Haití) la semana pasada... No, la desilusión no siempre es mala, a veces es la consecuencia de no pactar con todo o de no haber perdido la capacidad de ilusionarse. Aunque vaya de la mano de la impotencia, prefiero sentirla y sentirme cuestionada por ella. Ya le buscaré un sentido.


"Prefiero querer a poder, palpar a pisar, ganar a perder, besar a reñir, bailar a desfilar y disfrutar a medir. Prefiero volar a correr, hacer a pensar, amar a querer, tomar a pedir. Antes que nada soy partidario de vivir."
(Serrat)

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