Cicatrices
Esta entrada no tiene imagen relacionada con el tema. Cada uno que ponga la suya. Su imagen o su cicatriz. Las cicatrices son partes de nuestra historia, capítulos que hubiéramos preferido no vivir pero que una vez aceptados podemos aprovechar para aprender, aprender a conocernos más, aprender a ser mejores... Incluso aprender a vivir mejor. Ya veremos, todavía es pronto.
Una cicatriz te puede hablar de mucha gente que te quiere, que ya sabías que tenías y tienes y que sabes al cien por cien que siempre van a estar, pero la cicatriz le da una vuelta a todo y te pone en el centro de su amor. Te puede descubrir tu capacidad para romper barreras que tenías en relación a tus propias posibilidades en dimensiones insospechadas. Te dice al oído una y otra vez que te tienes que cuidar y que mereces ser cuidada, que te lo puedes y debes creer... Sería mejor descubrirlo sin la marca que dejan, pero esa misma marca puede ser a partir de ahora el recordatorio de muchos motivos de agradecimiento.
A veces las cicatrices no son un final sino un comienzo. Un comienzo obligado de un mayor tiempo de parón, de perder fuerza y, a la vez, un comienzo de un tiempo que hay que vivir de manera muy diferente a como estamos acostumbrados a hacerlo, no sólo en el hacer que ya es mucho sino en el percibir la vida y percibirse a una misma.
Lo único que sé ahora mismo es que cuento con dos instrumentos fundamentales: kilos de cariño y toneladas de tiempo. Paso a paso. Adelante.
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